La mayor parte de las personas tenemos dos vidas paralelas: una vida real y otra imaginada. Mientras vivimos por inercia nuestra vida real, resultado de decisiones pasadas, pensamos continuamente en qué nos gustaría hacer o quienes querríamos ser en realidad ahora.
A veces, por un pequeño instante y de forma casi imperceptible, sonreímos para nosotros mismos en respuesta a una serie de ideas pasajeras que cruzan nuestra mente. Ideas que conllevan rediseñar nuestra vida de algún modo. Y lejos de analizar por qué sonreímos, impedimos rápidamente que esos pensamientos se instalen en nosotros, evitando así enfrentarnos a una más que probable sensación de fracaso personal y/o profesional.
Puede que, de repente un día, estemos más receptivos y realicemos una pausa para escucharnos. Incluso puede que proyectemos mentalmente cuales serán los pasos que nos conducirán a llevar a cabo nuestro nuevo reto, que visualicemos el objetivo cumplido y que, sin más dilación, decidamos emprender el camino hacia su consecución.
Llegado este momento, lo lógico sería compartir nuestro sueño, compartir con otros la valentía de dar el paso de ser nosotros mismos por una vez.
¡Cuidado! Es aquí donde terminan muchos sueños.
Cuando decides contar tu nuevo proyecto profesional o de vida, y también en la senda hacia su logro, encontrarás dos tipos de personas: “Frustradores de sueños” y “Ángeles”.
Identificarás a los FRUSTRADORES DE SUEÑOS porque son especialistas en poner obstáculos. Oyen y, de forma inmediata, te invitan a continuar con tu vida actual, con la “buena” intención de evitarte un fracaso (aunque el peor de los fracasos sea, siempre, el no intentarlo).
Son personas que infunden en los demás el miedo a vivir. Consideran mejor ser un autómata que imita los movimientos de un ser animado que vivir de verdad una existencia propia. Y se caracterizan por su enorme poder de convicción. Si te dejas guiar por ellos, casi sin darte cuenta, habrás abandonado tu sueño con la seguridad de que haces lo correcto.
Los ÁNGELES, por el contrario, escuchan antes de dar su opinión. Se alegran por ti, te apoyan, te dan un abrazo y te desean buena suerte. La intención de sus críticas es ayudarte a mejorar, a superar las limitaciones que el diseño de tu nuevo proyecto de vida tiene. Exponen lo que piensan de verdad, aunque te moleste, pero sin apagar tu ilusión.
Son personas que infunden en los demás la valentía de vivir y, cuando el miedo te frena y piensas en abandonar, te prestan sus alas y te ayudan a volar.
Nadie puede asegurarte que cumplirás tus objetivos, o que llegarás a la meta que te has planteado, ya que hay muchos y muy variados factores que pueden influir en el éxito de cualquier proyecto. Pero en el camino hacia tu propia vida, hay algo que depende únicamente de ti:
Huye de los frustradores de sueños y rodéate de ángeles.